jueves, 24 de diciembre de 2009

UNA HORRIBLE PESADILLA


Hoy se cumplen 37 años del terrible siniestro que sepultó la vieja Managua, en el mes mas alegre del año.

martes, 22 de diciembre de 2009

¡Viva San Marcos!




Con el sonar enérgico de los tambores, la bandera que se agitaba con fuerza, era como un huracán, los gritos de la gente y la melodía de la banda filarmónica, San Marcos evangelista, patrono de la ciudad del mismo nombre ingresaba a su parroquia en medio de la algarabía y devoción.

Eran las 4:00p.m cuando las personas venían de El Mojón, después de presenciar el tope de los santos. Un joven llamado Alberto, quería observar este proceso de las fiestas patronales en honor a San Marcos. No iba solo. Estaba acompañado de César, un niño de doce años, que le gustaba asistir a este tipo de festividades.

Oye César ¿Dónde están las imágenes ahora?- dijo Alberto- no lo sé- respondió el niño.

El joven Alberto se dirigió a la Parroquia de San Marcos para ver la entrada. Un mar de personas inundaba el templo, el olor a sudor y a alcohol reinaba en aquel lugar. Alberto, se dirigió al altar mayor para tener mejor visión de lo que pasaría. El reloj marcaba las 5:00p.m.

El joven y el niño, decidieron buscar a las imágenes de los santos, para observarlas de cerca. Ellos estaban en el sector de Las Tres Cruces. Allá a lo lejos se observaban las banderas, junto con los santos, que parecían una mancha multicolor. Caminar, caminar y caminar era lo que hacían, los jóvenes, si querían ver a las imágenes. Sus nombres eran: San Marcos (de la ciudad del mismo nombre), Santiago (Jinotepe), San Sebastián (Diriamba) y la Virgen de Monserrat (La Concepción, Masaya).

Cuando estaban cara a cara con las imágenes, las observaron de cerca. Las que primeramente se veían eran las banderas: una era de color rojo con una cruz que era la de Santiago apóstol, otra de color amarillo con blanco que era la de San Sebastián mártir, otra verde con una efigie de una virgen, que era la bandera de Nuestra Señora de Monserrat, y la última era la del santo patrono: San Marcos evangelista.

Con los tambores que llevaba cada imagen, eran tocados por los priostes con un ritmo, que combinado con los otros era una confusión de sonidos. La imagen de Santiago iba vestida de una capa roja, en la mano izquierda, portaba un libro azul como el cielo, que en la portada decía: EL SANTO EVANGELIO y en la derecha un bastón de plata, que con el sol brillaba intensamente, cintas de colores en cada brazo, verde escarlata sus ojos, mirada celestial, espesa barba, de tez blanca su cara, era como ver a un humano, pero sin vida.

La imagen de San Sebastián, llevaba un traje rojo como la sangre, sangre que parecía gotear en cada paso, aun más con faceta de dolor, por 6 flechas clavadas, en todo el cuerpo del glorioso mártir bajo sus pies un manto blanco como la nieve, cintas de colores en la parte trasera. San Marcos, portaba varias capas, una blanca como la nieve hilada, una naranja y una roja brillante, que en la parte del cuello, parecía un acervo de plumas, de aspecto anciano era, flores multicolor bajo sus pies, cintas de colores en los brazos santos, en la mano derecha portaba una pluma plateada, y en la otra un libro café, como sus cabellos y sus ojos, que decía en la portada: EL EVANGELIO DE SAN MARCOS. En ese momento un viento fuerte sopló, las capas y cintas de las imágenes, al igual que las banderas que las acompañaban durante el recorrido.

En un instante las campanas de la iglesia sonaron, los cohetes también y el baile del Toro Huaco entró primero. Las banderas de los santos estaban en la puerta principal, al igual que el tradicional Baile de la Vaca, y demás elementos artísticos. Sus máscaras de tipo español, capas de gamuza similar a la de los santos con efigies de San Sebastián y Santiago, chischiles que sonaban fuertes, sombrero de plumas de pavo real en las cabezas, guiados por un señor que tocaba una melodía que los hipnotizaba. Al danzar, era una serpiente humana de colores.

La bandera de la Virgen de Monserrat estaba en la puerta principal. Entonces un hombre se acercó al micrófono que estaba en el pódium del altar mayor y dijo: por favor bájense de las bancas. Es que las personas cuando pasa esto se suben allí para ver mejor lo que pasa.

Los tambores de la virgen sonaban con fuerza y la bandera estaba adentro y comenzó a agitarse con fuerza rozando las cabezas sudorosas y alcohólicas. La virgen entraba de manera lenta y el locutor dijo: Viva la Virgen de Monserrat- Viva respondía la gente- y los tambores los tocaron más rápido de lo normal y la gente poco aplaudió, pero unos sacaron sus pañuelos y los agitaron.
La virgen era de tez morena, en sus brazos llevaba un niño de su mismo color, portaba una corona, con perlas de colores, y un ramo flores en la parte trasera.

Entonces, los tambores volvieron a ser tocados de forma normal por los priostes, la bandera seguía rozando violentamente las cabezas de las personas, que estaban en las bancas. Luego se escuchó: Viva la Virgen de Monserrat- viva respondió la gente- seguido de aplausos. La imagen estaba en el altar donde sería inclinada hacia adelante para saludar el sagrario. Los tambores los tocaron otra vez de forma violenta. La gente aplaudió, gritó, agitó sus pañuelos, la bandera se dirigió hacia el extremo sur y la virgen morena en el otro extremo del altar, y fue colocada en una mesa. La bandera se ubicó en una sala donde se agitaría sin ningún problema

Los santos habían llegado a la cuidad, estaban a dos cuadras del templo. En eso los priostes bajaron a las imágenes, para descansar después de un largo recorrido. A San Marcos se le vistió de una capa verde encima de la roja. Las personas que acompañaban al santo, eran innumerables, así como las que podían estar en la iglesia. En eso una voz de micrófono dijo: ¡Viva Sanmarquito! ¡Viva Sanmarquito! ¡Viva Sanmarquito! Y la gente decía: ¡Viva! Luego, se le pondría otra capa verde pero más pequeña a la hora de la entrada, donde sería su última morada por una semana.

La bandera de la imagen de Santiago apóstol estaba en la puerta principal. El locutor dijo: “Ahora recibamos en la parroquia de San Marcos al patrono de Jinotepe” y la gente gritó como maniática y la bandera era agitada por el prioste de forma alocada y los tambores los tocaron de forma rápida y la gente aplaudió, grito, bailó cuando el locutor dijo: ¡Viva Santiago! Era una locura ver todo eso. La imagen era llevada de forma rápida. En eso, se escuchó de nuevo la frase: ¡Viva Santiago!, Viva respondía la gente y los pañuelos eran agitados con demencia y devoción a la vez.

La imagen ya estaba cara a cara con el sagrario y saludó, los tambores fueron tocados nuevamente con fuerza. La bandera se fue a donde estaba la otra. Santiago fue ubicado en una mesa de manteles rojo vivo en la parte derecha del sagrario.

La bandera del patrono de los diriambinos estaba en la puerta y la imagen iba entrando de forma lenta moviéndose de un lado a otro como si bailara al son de los tambores y de un ritmo de un tambor y un pito que tocaba una melodía que evocaba tristeza. En eso, el locutor dijo: ¡Viva San Sebastián!, Viva. Los calurosos aplausos no se hicieron esperar. Los tambores fueron tocados por un momento de manera rápida, el baile del Toro Huaco lo acompañaba hasta el altar. El pito y el tambor seguían tocando. Las personas gritaban como locas. Era una tragedia ver que un templo religioso se convertiría en un santiamén, en un lugar de gritería.

Rápidamente, la imagen llegó al sagrario y saludó, ¡Viva San Sebastián, Viva decía las personas, los tambores estaban frenéticos y la bandera se agitaba rápidamente. Las personas querían tocar a la imagen, pero no pudieron porque iba tan rápido a ubicarse a donde estaba esperándolo Santiago.

Por un momento, se pudo escuchar el sonar de las campanas, San Marcos iba a entrar. En las afueras de la iglesia, el Baile de la Vaca danzaba con demencia, los chicheros, también lo estaban. En eso se escuchó la voz del locutor: “Recibamos a nuestro patrono San Marcos”. La gente se dejó dominar de la locura, luego de un rato de espera y silencio.

La imagen ingresó de manera diferente dio una vuelta y quedando de espaldas hacia los que estaban dentro de la Parroquia, la imagen saludó a los que estaban afuera. Los tambores eran tocados de forma fuerte, pero no rápida. Iba de retroceso hacia el altar, al entrar dio una vuelta y las bombas sonaron, el locutor dijo: ¡Viva San Marcos!, viva respondió la gente con locura. La bandera era agitada con fuerza la imagen se dirigía hacia el altar, tranquila como el cielo y rápida como un relámpago. En segundos, el templo se cubrió de humo de pólvora. Los pañuelos parecían saludar a su patrono, al igual que los bailes y los gritos. Unas personas empezaron a bailar frente a la imagen, otros brincaron como locos, otros aplaudían, la banda filarmónica empezó a tocar una melodía que magnetizaba a la gente a seguir haciendo semejante cosa.

¡Viva San Marcos! Viva, Viva San Marcos. Tanto la frase como la gente cada vez se volvía más loca aun cuando entró el patrón Santiago. Lentamente, la imagen se acercaba hacia el altar. Luego de un recorrido eterno, el santo patrono estaba frente al sagrario y saludó. Otra vez el templo estaba frenético, gritaba, bailaba, era una mezcolanza de un todo. Las personas se empujaban por tocar al santo.

Era un manicomio religioso. La bandera era agitada rápidamente, San Marcos, era llevado hacia donde estaban las otras imágenes, la gente brincaba, coreaban el nombre de: ¡San Marcos! ¡San Marcos! ¡San Marcos! Otros aplaudían. La bandera se ubicó a donde estaban las demás. Los gritos, al agitar de los pañuelos, la música filarmónica, era un torbellino humano. El león que llevaba a sus pies parecía responder con un rugido a cada grito de la gente.

La imagen fue ubicada. San Marcos, en medio, Santiago a la derecha, San Sebastián a la izquierda y la virgen a la orilla de Santiago. Los chincheros seguían tocando. En un momento todo quedó en silencio. Entonces el locutor dijo: “ahora cantaremos el Himno a San Marcos”.

¡Gloria, gloria al apóstol querido a San Marcos
Patrono de amor, que protege a su pueblo escogido
Y a sus hijos los lleva al Señor!

Esa eran unas estrofas de aquel bello himno que entonaban las personas alocadas que ahora estaban calmas. Cuando terminó el himno el locutor dijo: ¡Viva San Marcos!, ¡viva! respondía la gente, esto lo repitió dos veces, ¡Viva Santiago!, ¡viva!, ¡Viva San Sebastián!, ¡viva!, ¡Viva la Virgen de Monserrat!, ¡viva!, ¿Quién causa tanta alegría? La concepción de María- respondía la gente-, María de Nicaragua, Nicaragua de María. Todo esto, seguido de aplausos esta vez no frenéticos, sino ya un poco calmos.

En otro punto algunas personas intentaban tocar a los santos. Parecía que un huracán, destruiría a las bellas imágenes celestiales. El joven Alberto, se dirigió hacia ellas, las tocó, pero con mucha dificultad. Se alejó lentamente. Las personas también los hacían. A lo lejos se observaba a las imágenes celestiales ya quietas, después de un camino tedioso.

Después del recorrido, las imágenes estaban por entrar, el sonar de las campanas se escuchaba alentador, las personas estaban atentas, para recibir a sus santos patronos.

Fuera de lo normal

En un santiamén, todos los alumnos de la clase de Desarrollo de habilidades Sociales y Comunicación Asertiva, quedaron casi muertos durante un ejercicio de relajación, que impartió el docente en un taller de autoestima.
El reloj marcaba las 3:00 pm. Era una tranquila tarde de aquel martes 28 de julio. Era como cualquier día de clase, pero el profesor le dijo a los alumnos: - “vamos a empezar ya con los ejercicios”. Entonces, los alumnos, se dispusieron a obedecer las instrucciones del docente. Luego, un estudiante llevó una grabadora, con el objetivo de que bailáramos, lo que sería la antesala al ejercicio que venía. Para este ejercicio el profesor dijo que lo hiciéramos de cualquier manera sin importar que no pudiéramos bailar.
El aula E-7 parecía frenética con aquellos locos que danzaban sin llevar un ritmo específico. Salsa, bachata, reggaetón, fueron los estilos de música que bailaron. Sus movimientos eran tan grandes como un huracán. A pesar de, que algunos no podían hacerlo, lo intentaban con el fin de no aburrirse en transcurso de la clase. Era un aula que bailaba de todo. De pronto se detuvo la música.

Ahora haremos el DIÁLOGO INTERNO – que era el ejercicio- dijo el profesor. Inmediatamente los estudiantes se ubicaron en el piso y luego con órdenes del docente cerraron los ojos. Cuando todos los estudiantes estaban en el piso formaban un círculo, similar a un ritual satánico. Al tener cerrados los ojos, se taparon los oídos. Con esto los jóvenes conversarían consigo mismos para saber ¿Quiénes eran?

Todo estaba en silencio, todo estaba muerto, ni un sonido se escuchaba.
Cinco minutos fueron una eternidad. Ellos no sentían nada, no se acordaban de su creador, no hablaban, no reían, eran muñecos de palo que no tenían vida. El profesor únicamente, observaba a los alumnos en el proceso del DIÁLOGO INTERNO. La muerte rondó por allí en cinco minutos. En eso la voz dulce de la profesora se oyó y dijo:

Ahora lentamente abran sus ojos, y quítense los dedos de los oídos. En ese momento, la vida llego a ese lugar, unos con aspecto miedoso, relajante, y con ganas de seguir en clase fueron las reacciones de los alumnos. Lo que no sabían era que la muerte estuvo allí multiplicada por cinco y que la vida era un sueño.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Santiago es Jinotepe


CRONICA religiosa

Después de que las imágenes de los santos de Carazo ingresaran a la Parroquia de Santiago, las personas se pusieron frenéticas levantando sus manos a tal grado que parecía una campaña política o un manicomio.

El reloj marcaba las 5:0 pm. Jinotepe, Carazo. Un joven decidió asistir a las fiestas patronales de Santiago apóstol, para conocer esas actividades. Para ello fue directamente a la iglesia para ver la entrada de las imágenes. Las masas parecían un océano, que nadaba en el templo. Niños, jóvenes, viejos, hombres y mujeres había por docenas. La entrada de las imágenes estaba cerca, algunos cohetes lo delataban, por lo que la algarabía y el fervor religioso reinaban con dureza.

Eran las 5:30pm. Cuando el baile del Toro Huaco incesó al templo. Con sus trajes de colores, capas de gamuza, plumas de pavo real en sus cabezas, mascaras de aspecto español y sobre todo efigies de San Sebastián mostraban su fervor religioso, al un son típico de pitos y tambores. Parecían una serpiente gigante humana al danzar. Un bailante detrás del otro simulaba un trencito de colores.

Las banderas de las imágenes estaban en la puerta principal. Una de ellas era roja en los extremos y naranja en el centro que era la bandera de San Marcos, la otra amarilla a los lados y blanca en el centro, que era de la bandera de San Sebastián, la otra era roja, pero con una mancha blanca que la CRUZ DE SANTIAGO, que obviamente representaba a Santiago y la última naranja, blanca y morada que era la de San Antonio. Cada santo patrono representaba a un municipio del departamento: Santiago (Jinotepe), San Sebastián (Diriamba), San Marcos (de la ciudad del mismo nombre) y San Antonio (de un lugar de Jinotepe).

Cada santo iba acompañada por dos tambores, que tocaban los priostes para los distintos eventos, y al entrar con la imagen los tocaban con fuerza y algarabía.

En un santiamén, se levantó la preciosa imagen de San Antonio de Padua. Aureola brillante dorada, copa morada con flecos de oro, flores blancas en los pies que parecían como la luna. La bandera se agitaba de lado a lado con fuerza.
La imagen era cargada por los priostes y avanzaba con lentitud. Esta imagen iba acompañada de tambores que se tocaban con lentitud. En eso se ubicó en el pódium donde se imparte la misa un locutor que dijo:
- ¡Viva San Antonio! ¡Viva! respondió la gente. Los tambores en un momento fueron tocados de manera rápida y loca, que la gente empezó a gritar, bailar, aplaudir. ¡Un aplauso para San Antonio! La gente lo hizo. Cuando la imagen llegó al altar estaba el joven misterioso, que quiso tocar a la imagen, pero le fue imposible porque el huracán de personas, rodeaba ese lugar.

Luego, de ubicarse allí, saludo el altar y los tambores los tocaron con rapidez como en el principio. Las personas seguían frenéticas. La imagen fue ubicada en una mesa con nieve hilada. ¡Un aplauso para San Antonio!- Seguido de aplausos-.

Ahora recibamos al patrono de Diriamba San Sebastián. Las personas gritaron, al momento muchas cámaras estaban grabando la entrada, otras sólo tomaban fotografías. Diferencia de San Antonio, esta imagen iba acompañada de otros tambores y pitos que tocaban una melodía deleitable. La bandera se agitaba con fuerza y tocaba las cabezas de las personas que estaban en las bancas. Los tambores se tocaron rápido, las personas nuevamente gritaron y esta vez sacaron sus pañuelos y los agitaron. La imagen vestía un traje de gamuza roja como la sangre que derramaban las cinco heridas en todo su cuerpo, producto de las flechas clavadas, cintas de colores en la parte superior, adornos de oro, una manta envuelta en los pies, apariencia dolorosa, con gotas de flamante sangre que alienó al público religioso que desconocía a la imagen y a las personas devotas de Carazo.

El locutor dijo: ¡Viva San Sebastián! ¡Viva! Dijo la gente. Parecía una locura la actitud de las personas cuando aplaudían, gritaban se empujaban y todo lo demás. En eso la imagen saludó el altar- que consistía en inclinar hacia el frente al santo frente al sagrario- y dio una media vuelta para ubicarse en una mesa con manteles de color rojo vivo.

¡Ahora recibamos al patrón San Marcos! En eso la imagen viene hacia el altar. Los tambores se tocaban lentamente. La imagen iba despacio. Era Tranquilo como el cielo y rápido como el relámpago. La imagen portaba capa blanca como la nieve, debajo de ella una naranja, flores vistosas, en la mamo derecha una pluma plateada y en la otra un libro café que decía EVANGELIO DE SAN MARCOS, de aspecto anciano, de color canela la cabellera y mirada celestial y cintas de colores. La bandera lo hacia de igual forma. ¡Un aplauso para San Marcos! Y la gente lo hizo. En eso los tambores los tocaron de forma enérgica. Las personas respondían de la misma manera. ¡Viva San Marcos! ¡Viva!

Cuando la imagen se acercó al altar saludó y se estaba ubicando en la mesa, en eso el locutor dijo otra vez: ¡Viva San Marcos!
Al momento de esto, el patrono de los jinotepinos estaba por ingresar a su parroquia. ¡Viva Santiago! Fue la frase que dijo el locutor y las personas aplaudieron. La imagen vestía de capa verde con cintas rojas en el centro, un bastón de plata que llevaba en la mano derecha, y en la otra un libro azul que decía EL SANTO EVANGELIO y sobretodo un papel que tenía el bastón que era una cita bíblica. Esa imagen era como estar viendo a un humano completo.

En eso las bombas explotaron y los chicheros tocaron una melodía, las personas coreaban: ¡Santiago! ¡Santiago! ¡Santiago! seguido de aplausos, gritos, a tal grado que el templo se tiñió de humo de pólvora y se dificultaba la visibilidad.

¡Un aplauso para el patrono! ¡Viva Santiago! ¡Viva! Respondía con júbilo las personas. La madre del caos completo se formaba poco a poco, las personas bailaban, cantaban, aplaudían a la orilla del santo. Las bombas habían cesado. En eso la imagen saludó el altar y se ubicó en la mesa donde estaba San Sebastián y San Marcos, por que San Antonio estaba a parte.

Chago (Santiago) quedó en medio, Guachán (San Sebastián), a la derecha y San Marquitos (San Marcos) a la izquierda. Cuando el santo se ubicó las bombas volvieron a sonar y las personas se volvieron locas e histéricas.

En eso, todo acabó, pero el locutor dijo: “ahora que las imágenes han entrado diremos la frase símbolo de nuestras fiestas patronales”. La gente aplaudió, hizo una bulla unísona todo esto iba seguido del brazo empuñado hacia arriba.

¡Santiago es Jinotepe! Dijo el locutor, ¡Santiago es… Jinotepe respondía la gente ¡Santiago es Jinotepe! Así pasaron unos minutos. El brazo empuñado seguía vigente cada vez que se decía la frase. Las imágenes parecían ver aquella locura de la gente. Sus divinos ojos quedaban viendo directamente a las personas.

De pronto esto cesó y dos personas se acercaron para entonar el himno a Santiago. Este canto glorioso, evocaba la vida de esta santo y como fue su vida estando cerca de Jesús. En eso ese joven misterioso tomo fotografías y luego se acercó a las imágenes. Se persignó ante ellas y lo que llamó la atención fue el papel que llevaba en el bastón que fue tomado del Gálatas que se interpretaba así: que las personas dejaran la borrachera, y se dedicaran más a la religión.

Luego de unos minutos el himno en una de sus frases dijo: ¡Alabado sea el Santísimo sacramento del altar! Y las personas se persignaron en frente del altar. Esta acción se repitió dos veces más.

El himno en un abrir y cerrar de ojos había terminado. Las personas que lo habían entonado dijeron: ¡Viva Santiago! ¡Viva! Respondía la gente aún frenética. Esto se repitió una vez más. ¡Viva San Marcos! ¡Viva!; ¡Viva San Sebastián! ¡Viva!; ¡Viva San Antonio! ¡Viva! Luego de esto las personas se iban marchando.

Las personas aplaudieron con devoción. Aquel joven misterioso iba buscando la salida, por lo que se mezclaba con las demás masas. En eso miró hacia donde estaban los santos patronos. Parecían tener luz propia, a pesar de los destellos de luz de cámaras y otra que estaba detrás de ellas.


Fuera de lo normal.
En un santiamén, todos los alumnos de la clase de Desarrollo de habilidades Sociales y Comunicación Asertiva, quedaron casi muertos durante un ejercicio de relajación, que impartió el docente en un taller de autoestima.
El reloj marcaba las 3:00 pm. Era una tranquila tarde de aquel martes 28 de julio. Era como cualquier día de clase, pero el profesor le dijo a los alumnos: - “vamos a empezar ya con los ejercicios”. Entonces, los alumnos, se dispusieron a obedecer las instrucciones del docente. Luego, un estudiante llevó una grabadora, con el objetivo de que bailáramos, lo que sería la antesala al ejercicio que venía. Para este ejercicio el profesor dijo que lo hiciéramos de cualquier manera sin importar que no pudiéramos bailar.
El aula E-7 parecía frenética con aquellos locos que danzaban sin llevar un ritmo específico. Salsa, bachata, reggaetón, fueron los estilos de música que bailaron. Sus movimientos eran tan grandes como un huracán. A pesar de, que algunos no podían hacerlo, lo intentaban con el fin de no aburrirse en transcurso de la clase. Era un aula que bailaba de todo. De pronto se detuvo la música.
Ahora haremos el DIÁLOGO INTERNO – que era el ejercicio- dijo el profesor. Inmediatamente los estudiantes se ubicaron en el piso y luego con órdenes del docente cerraron los ojos. Cuando todos los estudiantes estaban en el piso formaban un círculo, similar a un ritual satánico. Al tener cerrados los ojos, se taparon los oídos. Con esto los jóvenes conversarían consigo mismos para saber ¿Quiénes eran? Todo estaba en silencio, todo estaba muerto, ni un sonido se escuchaba.
Cinco minutos fueron una eternidad. Ellos no sentían nada, no se acordaban de su creador, no hablaban, no reían, eran muñecos de palo que no tenían vida. El profesor únicamente, observaba a los alumnos en el proceso del DIÁLOGO INTERNO. La muerte rondó por allí en cinco minutos. En eso la voz dulce de la profesora se oyó y dijo: Ahora lentamente abran sus ojos, y quítense los dedos de los oídos. En ese momento, la vida llego a ese lugar, unos con aspecto miedoso, relajante, y con ganas de seguir en clase fueron las reacciones de los alumnos. Lo que no sabían era que la muerte estuvo allí multiplicada por cinco y que la vida era un sueño.

El poder del 30

CRONICA politica


Ha llegado la tarde, un marciano ha vuelto de la capital y quién diría que un día histórico como hoy el 19 de julio estaría allí celebrando por primera vez en la plaza de la Fe un aniversario más del triunfo de la revolución que en 1979 derrocaría al régimen somocista.

Eran las 7:00 am., una mañana donde el sol luchaba, por salir. Al encender el televisor sintonicé el canal oficialista, en donde observé que estaba un programa alusivo al triunfo de la revolución que cumplía hoy treinta años de haber derrocado a la dictadura somocista.

En ese momento mi madre me dijo:

-Oye anda báñate que llegaras tarde allá.

Aunque no quería hacerlo lo hice. Después de bañarme me dispuse a comprar unos víveres para el almuerzo. -Los buses estarán en la alcaldía municipal para que te vallas en ellos afirmó mi mamá cuando regresé de la pulpería.

Las 8:20 de la mañana, hora de partir. Los pasos de gigante eran alentadores, no era más que un ser curioso, nervioso, y donde reinaba la soledad. Sin saber, a donde iba o de donde venía, ese era el dilema, lo cual al pasar por las calles de mi pueblo, las campanas de la iglesia sonaban a lo lejos con sonido llamativo hacia los feligreses. El palacio municipal estaba a dos cuadras de mí. Al llegar allí estaba un señor de tez morena, gordo, pelo despeinado de la medianoche en la cama, de aspecto pobre: era el conductor del bus que me llevaría a Managua.

-Oiga jefe este es el bus que va hacia la plaza.

Con un movimiento de cabeza seguido de un sí, fue la respuesta. Al entrar al autobús observe unas personas de semblante alegre, pero maleducado que más bien alborotaban y violaban la tranquilidad. Además, los atuendos alusivos al presidente y al partido de gobierno eran visibles. Uno que era de piel blanca y gordo, con barba espesa, similar a Santa Claus portaba una gorra roja, con letras negras que tenían las siglas del partido de fuerza insobornable, sol de libertad, lucha y no retroceder. Los demás portaban lentes oscuros para ocultar lo que no se puede ver durante la fiestecita de agua etílica, y llevaban camisas del frente, de la alfabetización o de la faceta del mandatario.

Uno de ellos al entrar me dijo: -mira este esta apuntando nuestros nombres, ja ja, mira este es fulano, perengano y zutano. El sarcasmo era evidente en él, pero yo no quise entrar en confrontación y solamente me puse a reír de manera ficticia. Blanco, canción de pitbull sonaba de manera enajenante en aquel lugar

Las personas subían al bus, entre ellos Tíomar [1] mi tío que es un sandinista hasta la muerte, que al verme, la impresión y el susto era extraño en él.

Entonces cabo – me dijo- ¿como estas? ¿Y vas para la plaza? Estoy bien y voy para allá con el fin de realizar un trabajo asignado.

Ah respondió él. ¿Vas solo? Me reuniré con unos amigos.

Lo más triste era que la destrucción del idioma como diría Inés Izquierdo, mataba a cada palabra que pronunciaban. Uno de los sujetos que iba en el bus le dijo al otro: _arquilá [2]un taxi para que te vallas. El auto bus no arrancaba pero a las 8:30 lo hizo, pero no lo haríamos definitivamente sino que se estacionaria en el zonal del partido sandinista. La fila de buses no era tan grande apenas cuatro, pero el numero de personas si lo era.

¿Y tú papa? Me preguntó Tíomar. Esta en la casa pero pronto partirá hacia el trabajo. ¿Pero no le costara irse? Me imagino que si porque hoy no trabajan los Inter locales. El maní, el maní, la repentina voz de aquel vendedor, la desesperación por irme de ese lugar y el hambre, me mató, por lo que llamé al señor de los maníes y decidí comerme tres bolsas.

Las demás personas estaban comiendo mamones que únicamente ensuciaban la ciudad y el medio ambiente. ¿Qué diría la cuidad en ese momento? Dije yo.

En eso un hombre de alrededor de unos cuarenta años se puso de pie: esto va para quien le alcance y enseñó una bolsa llena de billetes de cien córdobas. Él junto con una mujer, empezaron a levantar una lista de las “personas que íbamos a la capital”. A cada una se le daba uno. Al pasar a donde estábamos Tiomar y yo la mujer le preguntó de manera irónica:

¿Cómo se llama usted señor? Vos ya sabes- respondió Tíomar- y le hizo que firmara un papel y luego le entregó lo que ya saben.

La curiosidad típica de un marciano era tan punzante que le pregunté: -Oiga Tío, y eso para ¿Qué es? Eso es un viático solamente para los trabajadores de la alcaldía. -Ah no sabía respondí yo. Las demás personas sólo miraban a los repartidores, el hambre enervante de aquellos cien se hacía esperar. ¿Para qué les dan ese dinero? ¿Para qué?

Una chica, se sentó detrás de mí y la vi. Era de piel blanca, cabello negro, ojos verdes, que en realidad no lo eran, mirada penetrante de perfil griego, y sobretodo tenía al parecer unos treinta o veintiocho años. No le hablé, tenía miedo de hacerlo, por temor que fuera alguien que la acompañase.

El sol brillaba, con el sentido de la palabra, las nubes casi no se miraban, las personas caminaban como el vaivén de las olas. Hombres, mujeres, niños, viejos y jóvenes tenían el mismo destino, el mismo objetivo y pasión política: asistir a la plaza. Las 9:10 de la mañana y arrancó el bus para la capital. Abusadora, abusadora de Wisin y Yandel sonaba en segundo plano. Los buses uno detrás del otro parecía un trencito de juguete. Los colores, adornos, y banderas del partido lo hacían ver de esa manera.

Se iban deteniendo por una caravana de los buses de Carazo que eran más de 40 auto buses entre ellos carros. En las Esquinas, zona rural de San Marcos lo pude observar detenidamente. Unos se adelantaban, otros nos seguían, el Éxodo bíblico, la Marcha triunfal estaba presente en el desfile de carros, de distintos colores, tamaños y adornos alusivos al partido de gobierno. Al detenernos en un lugar de la carretera, observamos a unos muchachos jugando béisbol. Noveles, pero con orgullo, sin importarles que hoy fuera 19 de julio.

El viento se tornó mas helado, de lo normal, eso indicaba el cambio de lugar que era El Crucero. Nos detuvimos de nuevo, y Tíomar me dio unos mamones para que comiese. Arrancamos, y me detuve a observar la vegetación gorda y amorfa, que junto con el viento invisible que bailaba con ellos, parecía música para mis oídos. El clima helado me gustaba mucho. En eso observé a la chica de atrás y la miré fijamente pero en seguida la quité y ella hizo lo mismo.

Pasamos por un lugar que cuando lo miré Tíomar me dijo: - ese es el límite entre San Marcos y El Crucero. Me asusté. ¿En verdad? Con una mirada insegura. Sí. Si vamos allí saldremos a Las Pilas.

Al fin El Crucero. Mientras las personas que tenían aspecto pobre y maleducado charlaban de manera chillona y molesta yo me deleitaba con el paisaje tranquilo. Las alienables canciones de Don Omar, Wisin y Yandel, Daddy Yankee, Pitbull y demás artistas sonaron a lo largo del camino.

La capital está cerca, ¡ahora si creo que llegaremos! Me asomé por la ventana y observé la fila de buses carros que nos seguían, parecían una historia sin fin un cuento realista, un desfile loco. Y me sonrisa no se hizo esperar al verlos.

En un santiamén, había llegado a la capital. Cuando de pronto llegué al estadio Denis Martínez donde pude observar todos los buses de diferentes puntos del país. No hallaba la hora de bajarme. Luego de recorrer por unos 15 minutos la calle, llegó la hora de parquear el autobús.

Caminar, caminar y caminar era lo que les esperaba a las personas y ese marciano que venían aquí. Eran las 11 de la mañana cuando llegué cuando puse mi primer pie en ese lugar. Quería conocer como era la celebración. Ese marciano era una fiera insaciable, con hambre de observar todo. En eso me encontré un compañero de clase que al igual que yo andaba realizando una crónica de esta actividad.

Tíomar iba delante de mí. Al momento de conversar con aquel joven se me perdió de vista mas no lo encontré. No importaba porque iba a lo que iba.

Escuché unos cohetes que explotaban con gran ímpetu en el poderoso cielo, más el helicóptero del canal oficialista que monitoreaba como centinela. ¿Cuánto se habrá gastado? Se preguntaba el marciano.

Al llegar más de cerca, escuché a una voz de un cubano. No sabía quien era. Más no pude observar, porque la visibilidad se me dificultaba.

Era el lugar de las banderas. Había banderas de todo tamaño, incrustadas en otras como la nacional o la cubana, vulgares personas, pero impulsados por un fuerte ideal político. De los asistentes era toda una mezcolanza, morenos, blancos, matagalpinos, caraceños, managüenses, de todo. A lo lejos se encontraba la tarima ubicada en la majestuosa concha acústica donde el expositor que no pude observar su rostro se encontraba allí y a la derecha otra, donde estaban personas desconocidas que una de ellas portaba la bandera de Venezuela. Banderas por todos lados. Hipnotizadas por el viento, parecían máquinas de juguetes.

En eso me regresé de donde vine para tomar algunos alimentos basura [3]para calmar mi estómago. Después volví para lo mejor: el discurso del presidente. Con su tradicional camisa blanca manga larga y su pantalón negro se presentó a eso del mediodía.

Muy buenos tardes compañeros- dijo el presidente. La gente hizo una bulla. Así como unas lo escuchaban atentamente otras se iban sin razón. Acaso esta gente viene a ¿Qué?

Empezó su discurso con un saludo seguido de una conmemoración a Carlos Fonseca que lo hizo con estas palabras: “el comandante Carlos Fonseca es de los comandantes que nunca muere”, el presidente preguntó que nunca y la gente respondió: muere, nunca muere, nunca muere. Parecía un salmo responsorial. Para mayor fervor al fondo se escuchaba la canción que llevaba esos versos que eran de un himno al dolor y patriotismo, a la vez. Las personas junto con el mandatario empezaron a cantar aquella canción.

Después se oyó la canción que decía: ¡El pueblo unido jamás será vencido! Y los asistentes la coreaban con ímpetu y las manos la levantaban hacia arriba como si defendieran a su amada patria Nicaragua.

Luego habló sobre el caso del Río San Juan de la demanda que le hizo Managua a San José sobre la injerencia de los costarricenses de navegar en el río con ejército. El presidente afirmó que el Río San Juan es nicaragüense y no de Costa Rica, y las personas gritaron con patriotismo. Siguió hablando del tema del resultado de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, y que hace días había platicado con el ex presidente Enrique Bolaños, y que este le otorgó el libro que había publicado su hermano Alejandro Bolaños, titulado San Juan de Nicaragua que hablaba sobre ese conflicto. Miles de personas se concentraron, miles de personas se marchaban. Paradojas de la vida.

Una frase que expresó el presidente que hizo alusión a la defensa del río, fue que a nosotros nos dicen que somos defensores y tercos pero cabe destacar que no lo somos, jamás ni nunca.

En eso recordó a unas personalidades destacadas en el mundo de la política, la música y el deporte tales como: al padre del son nica Camilo Zapata, el dirigente político Francisco Urcuyo, y la máxima gloria del deporte nacional Alexis Arguello, que fue criticado por muchos medios no todos- dijo el presidente- que cuando fue boxeador lo ensalzaban y ahora cuando decidió incursionar en la política lo acabaron algunos medios, no todos. En ese momento estaba en otro ángulo de la plaza para ver a las masas.

La solidaridad con el depuesto presidente de Honduras Manuel Zelaya, y el repudio al gobierno de facto de Roberto Micheletti, fue clara a lo largo del discurso. Asimismo, expresó implícitamente el tema de la reelección. Así como el pueblo puede poner al presidente con su voto, y el pueblo puede quitar al presidente.

Por qué al presidente no lo deja que se reelija al igual que los alcaldes y por que se deja que se reelijan los diputados. Las personas estaban algo alegres con esa aseveración del mandatario.

Luego de esas palabras, me alejé de allí y me ubiqué en otro lugar, para buscar la salida. A lo largo se escuchaba lo que hablaba el presidente pero no me descuidaba de lo que hacía. En los puestos de venta que se encontraban en la plaza, las camisetas que poseían la efigie del “CHE” eran evidentes, las pulseras “rojinegras” al igual que los pósters de Sandino. Otros comerciantes estaban empacando, las personas seguían yéndose del lugar. Gente que venía, se iba, compraba, comía. En sí la madre de la confusión completa se hacia sentir.

¡Que vivan las mujeres! ¡Que vivan las mujeres! Oí de lejos y sólo escuché los gritos de las mujeres presentes en la plaza.

Lo mas patriótico que pudo hacer el presidente fue al finalizar el discurso:

¡Viva Nicaragua libre! Y la gente eufórica aplaudió, a los pocos minutos el cielo se tiñió de fuego, con la pirotecnia que dilató más de 10 minutos. Era emocionante aquel momento, ver las banderas danzar al ritmo del viento, así como las nubes con la pólvora. ¿Cuánto habrá gastado el Estado en esta pólvora?

Era una curiosidad que tenía aquel marciano, aventurero como Tartarín de Tarascón, digno y típico de la belleza morena ojos café, camiseta de algodón ploma, y un bluyín casi ajustado.

Seguí caminando, y a lo lejos se oía los juegos. Los buses estaban por irse, razón por el cual el marciano[4] corrió unos 2 minutos, para llegar al auto bus que lo llevaría a San Marcos, Carazo.

No hallé el bus que me trajo pero encontré otro, lo abordé y a los dos minutos arrancó.

Los juegos habían cesado. En el bus la reina eran las rancheras, y no el reggaeton. A lo largo del camino, unas personas se emocionaron cuando escucharon estas estrofas: “a mi no me asustan tipos lenguas largas, sólo sirven para apantallar”. Lo mismo ocurrió con el tema de Vicente Fernández que se utilizó en la novela La Mentira, parecía una segunda plaza de la Fe.

Llegué a mi destino, San Marcos. Al poco tiempo la soleada y sofocante tarde se convirtió en un lóbrego panorama, y comenzó a llover.

He vuelto de la capital, mi casa estaba cerca y quien diría que estuve allí en la celebración del treinta aniversario de la revolución por primera vez en la plaza.

La casa estaba cerrada. Entonces el marciano corrió y dirigió su mirada hacia el frente dispuesto a vivir otra aventura.



[1] Nombre ficticio que yo le pongo en la crónica.

[2] En realidad es: alquila. Horror ortográfico que dijo, uno de las personas que abordaba el bus.

[3] Comida chatarra.

[4] Este nombre designa el cambio de narración en la crónica.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Bienvenidos

Este es mi nuevo blog acerca de crónicas periodísticas o imaginarias sobre lo que he vivido en la experiencia reporteril y algunos buenos trabajos.