miércoles, 9 de diciembre de 2009

Santiago es Jinotepe


CRONICA religiosa

Después de que las imágenes de los santos de Carazo ingresaran a la Parroquia de Santiago, las personas se pusieron frenéticas levantando sus manos a tal grado que parecía una campaña política o un manicomio.

El reloj marcaba las 5:0 pm. Jinotepe, Carazo. Un joven decidió asistir a las fiestas patronales de Santiago apóstol, para conocer esas actividades. Para ello fue directamente a la iglesia para ver la entrada de las imágenes. Las masas parecían un océano, que nadaba en el templo. Niños, jóvenes, viejos, hombres y mujeres había por docenas. La entrada de las imágenes estaba cerca, algunos cohetes lo delataban, por lo que la algarabía y el fervor religioso reinaban con dureza.

Eran las 5:30pm. Cuando el baile del Toro Huaco incesó al templo. Con sus trajes de colores, capas de gamuza, plumas de pavo real en sus cabezas, mascaras de aspecto español y sobre todo efigies de San Sebastián mostraban su fervor religioso, al un son típico de pitos y tambores. Parecían una serpiente gigante humana al danzar. Un bailante detrás del otro simulaba un trencito de colores.

Las banderas de las imágenes estaban en la puerta principal. Una de ellas era roja en los extremos y naranja en el centro que era la bandera de San Marcos, la otra amarilla a los lados y blanca en el centro, que era de la bandera de San Sebastián, la otra era roja, pero con una mancha blanca que la CRUZ DE SANTIAGO, que obviamente representaba a Santiago y la última naranja, blanca y morada que era la de San Antonio. Cada santo patrono representaba a un municipio del departamento: Santiago (Jinotepe), San Sebastián (Diriamba), San Marcos (de la ciudad del mismo nombre) y San Antonio (de un lugar de Jinotepe).

Cada santo iba acompañada por dos tambores, que tocaban los priostes para los distintos eventos, y al entrar con la imagen los tocaban con fuerza y algarabía.

En un santiamén, se levantó la preciosa imagen de San Antonio de Padua. Aureola brillante dorada, copa morada con flecos de oro, flores blancas en los pies que parecían como la luna. La bandera se agitaba de lado a lado con fuerza.
La imagen era cargada por los priostes y avanzaba con lentitud. Esta imagen iba acompañada de tambores que se tocaban con lentitud. En eso se ubicó en el pódium donde se imparte la misa un locutor que dijo:
- ¡Viva San Antonio! ¡Viva! respondió la gente. Los tambores en un momento fueron tocados de manera rápida y loca, que la gente empezó a gritar, bailar, aplaudir. ¡Un aplauso para San Antonio! La gente lo hizo. Cuando la imagen llegó al altar estaba el joven misterioso, que quiso tocar a la imagen, pero le fue imposible porque el huracán de personas, rodeaba ese lugar.

Luego, de ubicarse allí, saludo el altar y los tambores los tocaron con rapidez como en el principio. Las personas seguían frenéticas. La imagen fue ubicada en una mesa con nieve hilada. ¡Un aplauso para San Antonio!- Seguido de aplausos-.

Ahora recibamos al patrono de Diriamba San Sebastián. Las personas gritaron, al momento muchas cámaras estaban grabando la entrada, otras sólo tomaban fotografías. Diferencia de San Antonio, esta imagen iba acompañada de otros tambores y pitos que tocaban una melodía deleitable. La bandera se agitaba con fuerza y tocaba las cabezas de las personas que estaban en las bancas. Los tambores se tocaron rápido, las personas nuevamente gritaron y esta vez sacaron sus pañuelos y los agitaron. La imagen vestía un traje de gamuza roja como la sangre que derramaban las cinco heridas en todo su cuerpo, producto de las flechas clavadas, cintas de colores en la parte superior, adornos de oro, una manta envuelta en los pies, apariencia dolorosa, con gotas de flamante sangre que alienó al público religioso que desconocía a la imagen y a las personas devotas de Carazo.

El locutor dijo: ¡Viva San Sebastián! ¡Viva! Dijo la gente. Parecía una locura la actitud de las personas cuando aplaudían, gritaban se empujaban y todo lo demás. En eso la imagen saludó el altar- que consistía en inclinar hacia el frente al santo frente al sagrario- y dio una media vuelta para ubicarse en una mesa con manteles de color rojo vivo.

¡Ahora recibamos al patrón San Marcos! En eso la imagen viene hacia el altar. Los tambores se tocaban lentamente. La imagen iba despacio. Era Tranquilo como el cielo y rápido como el relámpago. La imagen portaba capa blanca como la nieve, debajo de ella una naranja, flores vistosas, en la mamo derecha una pluma plateada y en la otra un libro café que decía EVANGELIO DE SAN MARCOS, de aspecto anciano, de color canela la cabellera y mirada celestial y cintas de colores. La bandera lo hacia de igual forma. ¡Un aplauso para San Marcos! Y la gente lo hizo. En eso los tambores los tocaron de forma enérgica. Las personas respondían de la misma manera. ¡Viva San Marcos! ¡Viva!

Cuando la imagen se acercó al altar saludó y se estaba ubicando en la mesa, en eso el locutor dijo otra vez: ¡Viva San Marcos!
Al momento de esto, el patrono de los jinotepinos estaba por ingresar a su parroquia. ¡Viva Santiago! Fue la frase que dijo el locutor y las personas aplaudieron. La imagen vestía de capa verde con cintas rojas en el centro, un bastón de plata que llevaba en la mano derecha, y en la otra un libro azul que decía EL SANTO EVANGELIO y sobretodo un papel que tenía el bastón que era una cita bíblica. Esa imagen era como estar viendo a un humano completo.

En eso las bombas explotaron y los chicheros tocaron una melodía, las personas coreaban: ¡Santiago! ¡Santiago! ¡Santiago! seguido de aplausos, gritos, a tal grado que el templo se tiñió de humo de pólvora y se dificultaba la visibilidad.

¡Un aplauso para el patrono! ¡Viva Santiago! ¡Viva! Respondía con júbilo las personas. La madre del caos completo se formaba poco a poco, las personas bailaban, cantaban, aplaudían a la orilla del santo. Las bombas habían cesado. En eso la imagen saludó el altar y se ubicó en la mesa donde estaba San Sebastián y San Marcos, por que San Antonio estaba a parte.

Chago (Santiago) quedó en medio, Guachán (San Sebastián), a la derecha y San Marquitos (San Marcos) a la izquierda. Cuando el santo se ubicó las bombas volvieron a sonar y las personas se volvieron locas e histéricas.

En eso, todo acabó, pero el locutor dijo: “ahora que las imágenes han entrado diremos la frase símbolo de nuestras fiestas patronales”. La gente aplaudió, hizo una bulla unísona todo esto iba seguido del brazo empuñado hacia arriba.

¡Santiago es Jinotepe! Dijo el locutor, ¡Santiago es… Jinotepe respondía la gente ¡Santiago es Jinotepe! Así pasaron unos minutos. El brazo empuñado seguía vigente cada vez que se decía la frase. Las imágenes parecían ver aquella locura de la gente. Sus divinos ojos quedaban viendo directamente a las personas.

De pronto esto cesó y dos personas se acercaron para entonar el himno a Santiago. Este canto glorioso, evocaba la vida de esta santo y como fue su vida estando cerca de Jesús. En eso ese joven misterioso tomo fotografías y luego se acercó a las imágenes. Se persignó ante ellas y lo que llamó la atención fue el papel que llevaba en el bastón que fue tomado del Gálatas que se interpretaba así: que las personas dejaran la borrachera, y se dedicaran más a la religión.

Luego de unos minutos el himno en una de sus frases dijo: ¡Alabado sea el Santísimo sacramento del altar! Y las personas se persignaron en frente del altar. Esta acción se repitió dos veces más.

El himno en un abrir y cerrar de ojos había terminado. Las personas que lo habían entonado dijeron: ¡Viva Santiago! ¡Viva! Respondía la gente aún frenética. Esto se repitió una vez más. ¡Viva San Marcos! ¡Viva!; ¡Viva San Sebastián! ¡Viva!; ¡Viva San Antonio! ¡Viva! Luego de esto las personas se iban marchando.

Las personas aplaudieron con devoción. Aquel joven misterioso iba buscando la salida, por lo que se mezclaba con las demás masas. En eso miró hacia donde estaban los santos patronos. Parecían tener luz propia, a pesar de los destellos de luz de cámaras y otra que estaba detrás de ellas.


Fuera de lo normal.
En un santiamén, todos los alumnos de la clase de Desarrollo de habilidades Sociales y Comunicación Asertiva, quedaron casi muertos durante un ejercicio de relajación, que impartió el docente en un taller de autoestima.
El reloj marcaba las 3:00 pm. Era una tranquila tarde de aquel martes 28 de julio. Era como cualquier día de clase, pero el profesor le dijo a los alumnos: - “vamos a empezar ya con los ejercicios”. Entonces, los alumnos, se dispusieron a obedecer las instrucciones del docente. Luego, un estudiante llevó una grabadora, con el objetivo de que bailáramos, lo que sería la antesala al ejercicio que venía. Para este ejercicio el profesor dijo que lo hiciéramos de cualquier manera sin importar que no pudiéramos bailar.
El aula E-7 parecía frenética con aquellos locos que danzaban sin llevar un ritmo específico. Salsa, bachata, reggaetón, fueron los estilos de música que bailaron. Sus movimientos eran tan grandes como un huracán. A pesar de, que algunos no podían hacerlo, lo intentaban con el fin de no aburrirse en transcurso de la clase. Era un aula que bailaba de todo. De pronto se detuvo la música.
Ahora haremos el DIÁLOGO INTERNO – que era el ejercicio- dijo el profesor. Inmediatamente los estudiantes se ubicaron en el piso y luego con órdenes del docente cerraron los ojos. Cuando todos los estudiantes estaban en el piso formaban un círculo, similar a un ritual satánico. Al tener cerrados los ojos, se taparon los oídos. Con esto los jóvenes conversarían consigo mismos para saber ¿Quiénes eran? Todo estaba en silencio, todo estaba muerto, ni un sonido se escuchaba.
Cinco minutos fueron una eternidad. Ellos no sentían nada, no se acordaban de su creador, no hablaban, no reían, eran muñecos de palo que no tenían vida. El profesor únicamente, observaba a los alumnos en el proceso del DIÁLOGO INTERNO. La muerte rondó por allí en cinco minutos. En eso la voz dulce de la profesora se oyó y dijo: Ahora lentamente abran sus ojos, y quítense los dedos de los oídos. En ese momento, la vida llego a ese lugar, unos con aspecto miedoso, relajante, y con ganas de seguir en clase fueron las reacciones de los alumnos. Lo que no sabían era que la muerte estuvo allí multiplicada por cinco y que la vida era un sueño.

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