En un santiamén, todos los alumnos de la clase de Desarrollo de habilidades Sociales y Comunicación Asertiva, quedaron casi muertos durante un ejercicio de relajación, que impartió el docente en un taller de autoestima.
El reloj marcaba las 3:00 pm. Era una tranquila tarde de aquel martes 28 de julio. Era como cualquier día de clase, pero el profesor le dijo a los alumnos: - “vamos a empezar ya con los ejercicios”. Entonces, los alumnos, se dispusieron a obedecer las instrucciones del docente. Luego, un estudiante llevó una grabadora, con el objetivo de que bailáramos, lo que sería la antesala al ejercicio que venía. Para este ejercicio el profesor dijo que lo hiciéramos de cualquier manera sin importar que no pudiéramos bailar.
El aula E-7 parecía frenética con aquellos locos que danzaban sin llevar un ritmo específico. Salsa, bachata, reggaetón, fueron los estilos de música que bailaron. Sus movimientos eran tan grandes como un huracán. A pesar de, que algunos no podían hacerlo, lo intentaban con el fin de no aburrirse en transcurso de la clase. Era un aula que bailaba de todo. De pronto se detuvo la música.
Ahora haremos el DIÁLOGO INTERNO – que era el ejercicio- dijo el profesor. Inmediatamente los estudiantes se ubicaron en el piso y luego con órdenes del docente cerraron los ojos. Cuando todos los estudiantes estaban en el piso formaban un círculo, similar a un ritual satánico. Al tener cerrados los ojos, se taparon los oídos. Con esto los jóvenes conversarían consigo mismos para saber ¿Quiénes eran?
Todo estaba en silencio, todo estaba muerto, ni un sonido se escuchaba.
Cinco minutos fueron una eternidad. Ellos no sentían nada, no se acordaban de su creador, no hablaban, no reían, eran muñecos de palo que no tenían vida. El profesor únicamente, observaba a los alumnos en el proceso del DIÁLOGO INTERNO. La muerte rondó por allí en cinco minutos. En eso la voz dulce de la profesora se oyó y dijo:
Ahora lentamente abran sus ojos, y quítense los dedos de los oídos. En ese momento, la vida llego a ese lugar, unos con aspecto miedoso, relajante, y con ganas de seguir en clase fueron las reacciones de los alumnos. Lo que no sabían era que la muerte estuvo allí multiplicada por cinco y que la vida era un sueño.
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